miércoles, 7 de enero de 2009

Arquetipos


En el inconsciente colectivo, las bicicletas habían significado libertad. Lentos días de verano, niños ociosos buscando nuevas aventuras... lejos. La bicicleta era un icono en los tiempos en que los automóviles eran escasos, las calles, jugables, y los niños, gregarios.
Los arquetipos han cambiado. Hoy día, la bicicleta identifica a la tribu. ¿A qué tribu de ciclistas perteneces? Un observador llegado de otra galaxia identificaría, como mínimo, a dos de ellas: los "de carretera" y los "de montaña". No necesitaría saber nada de la historia de la cultura contemporánea, nada de sociología, nada de historia, sólo observar que una de las dos tribus se compone de individuos increíblemente (imposiblemente, añado) delgados, mientras que a la otra le sobran algunos (en grado variable, muuuuy variable) kilos. Además, los colores tribales, las pinturas de guerra, la indumentaria tribal, son diferentes. Mientras que unos se ciñen ajustadísimas lycras, otros visten camisetas amplias que flanean al viento, pantalones cortos casi más propios del skate-board. Mientras unos caminan como patos, pues sus suelas son rígidas gracias a materiales como la fibra de carbono, otros calzan botas tan capaces de caminar por cualquier sendero como de pedalear horas seguidas.
Sus monturas son también muy diferentes. Unas son aerodinámicas, afiladas y ligerísimas máquinas de fibra de carbono o de aluminio multiconificado (los más pobres) preparadas para devorar kilómetros, mientras que otras son máquinas de absorber baches, saltar cortados... cada gramo de más se dedica a frenar más, a amortiguar más. Es el triunfo de la resistencia mecánica, la apología del tocho, frente a una epifanía de suavidad, de falta de rozamiento, de distancia.

Una de las tribus acuña denominaciones para separar ambas tribus... ellos son los verdaderos ciclistas (tronco histórico, rama secular, facción purísima), mientras que los otros son llamados globeros, personajes que usurpan sus vías de circulación y les obstaculizan, dada su menor velocidad. Pero el observador extraterrestre, sagaz, observa que ambas tribus se componen de individuos que gastan una cantidad considerable de dinero en sus monturas e indumentaria, leen obsesivamente revistas y paginas web sobre equipamiento y técnica, equipan cascos que delatan su jerarquía social (cuantas más aberturas de ventilación, mayor es su status). Ambas tribus miden en kilómetros su desempeño, ambas tribus dicen que no han completado los sopotocientos kilómetros previstos por culpa de aquel catarro, de aquella tendinitis, de aquel programa de entrenamiento que sigue... ambas tribus se rodean de sus semejantes, como tribus que son.

La bicicleta no te da la libertad, te ata a tu tribu. Interesante cambio de arquetipos.

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